Regreso a casa de una inolvidable expedición con Jim Abernethy, en busca de tiburones tigre, martillos gigante y toros, y la primera noticia que leo es terrorífica: publican el 4 de Marzo en “The Australian”, que los oficiales de la patrulla de seguimiento de tiburones del condado de Queensland (Australia), han contado un número demasiado alto de capturas involuntarias de tiburones en los últimos dos meses. Estas capturan superan no sólo en número a las habituales, si no también en tamaño y en especies. Según parece, puede deberse a la cantidad desmesurada, poco habitual, de lluvias caídas en la zona en las últimas fechas. Los tiburones, se acercan a las costas en este tipo de condiciones meteorológicas.
Lo lamento, me apena.
Este sentimiento se ve alimentado después de una semana en la que he pasado cerca de cuatro horas diarias rodeado de tiburones, literalmente hablando.
Si las tres especies de tiburón consideradas más peligrosas son el blanco, el tigre y el toro, puedo afirmar que al menos, las dos últimas, sólo sienten curiosidad ante la presencia humana en su propio hábito. En ocasiones, les puede el miedo, el respeto. Muchos de los tiburones con los que hemos buceado, a escasos centímetros, e incluso tocado, no han visto nunca a un ser humano: es simplemente miedo a lo desconocido.Se termina haciendo facil, llegas a ser tu el que se acerque al gigante… el más pequeño que vi le calculo 3 metros y medio, el más grande, en torno a 5 metros….
Facil… hasta que, mientras mantienes contacto visual con un pequeñuelo de unos 4 metros, alguien estira el brazo señalando a tu espalda… dos tigres… y otro… y otro… llegamos a contar en la misma inmersión hasta 6 tiburones tigres, trazando círculos en torno a los buzos, alrededor de nosotros, acercándose, mirando con ojos de unos 5 centímetros de diámetro… sin olvidarnos de los tiburones limones… siempre presentes, por decenas, pero nuestra atención se centra en los tigres… como si los cerca de 30 limones no existiesen, a pesar de tocarnos, empujarnos, darnos aletazos…
Llegamos incluso a “quererles”, dándonos incluso la sensación que acercaban su lomo esperando una caricia, como si de enormes bestias faltas de cariño se tratasen.
Tras tres días buceando con tigres, incluso habiéndonos sumergido de noche en sus aguas, lo hacemos con toros, en un número mucho menor. Sólo llegamos a contar 4 en la misma inmersión en torno a nosotros. Mucho más esquivos, rápidos y también pequeños -cerca de dos metros-, aunque no menos peligrosos. Estas inmersiones, mucho más profundas, en torno a 26 metros, nos obligó, en todas ellas, a hacer paradas de descompresión tras estar demasiado tiempo en el fondo. Merecía la pena.
Esta expedición tenía como objetivo personal una cosa: conocer de primera mano, en primera persona y, por supuesto, dar a conocer estas experriencias. Estoy firmemente convencido de que el miedo a estas criaturas se debe en gran medida al desconocimiento, y sólo este conocimiento, podrá salvar a muchas especies de estos maravillosos habitantes de los mares de la extinción. Me comprometo, en este momento y lugar, a ir publicando artículos relacionados con cada una de las especies con las que he buceado, de mis experiencias con ellos, apoyados con datos que nos ayuden a todos a aumentar nuestro amor por ellos.
Muchas gracias a todos por vuestro apoyo, preguntas, etc.
Me alegra haber regresado sano y salvo (no podía ser de otra manera), pero me alegra más saber que estais ahí. Un beso a tod@s.